Haciendo Daño
AMATEUR
por Graham Fuller
La película Amateur de Hal Hartley es una continuación y, a su vez, un cambio para el director neoyorkino. Igual que sus tres largometrajes anteriores, es la historia de un hombre y una mujer conflictivos que se encuentran y se encaminan a una relación, pero están restringidos por sus inseguridades personales. El ritmo, la atmósfera, y la puesta en escena de Amateur son evidentemente la obra del mismo ingeniero meticuloso que realizó La Increíble Verdad (1989), Confía en Mí (1990) y Simple Men (1992). La ironía, las negociaciones románticas, y las emociones volcánicas firmemente restringidas que caracterizan las películas de Hartley están todas presentes y rectificadas en esta obra más reciente.
Aún así, Amateur es la película más sombría de Hartley hasta ahora, una tragedia en lugar de un melodrama. Sus protagonistas, el fotógrafo amnésico Thomas (Martin Donovan); Isabelle (Isabelle Huppert), la ex-monja que se enamora de él; Sofia (Elina Lowensohn), su joven esposa protagonista de películas pornográficas, quien ha tratado de matarlo; y Edward, que solía ser auditor forense y trata de proteger a Sofia, son todos—respectivamente—saturnino, melancólica, amarga y cínico. Hemos visto personajes con tendencias similares antes, en las películas de Hartley. Pero en donde Amateur es distinta a sus predecesores, es en la ocupación del género de suspenso. La palabra ocupación me parece particularmente apropiada ya que, si bien Hartley no está interesado en crear los dramas resplandecientes con crimen y sexo que Hollywood ha formulado atrofiadamente en esta última década, las convenciones y lenguaje coloquial de ese género le han dado un ámbito rutinario para explorar sus propias preocupaciones y “desbaratarlas” (una de sus frecuentes expresiones). El título de la película, es de suponerse, se refiere tanto a Hartley como director de suspenso, y también a Thomas o Isabelle, quienes individualmente se abren camino en un nuevo mundo.
La primicia—una película de Hal Hartley con suspenso y acción, o una película de suspenso romántica—es instantáneamente incongruente. No estamos acostumbrados a escuchar a la gente en sus películas hablando de “corrupción de alto nivel en el gobierno” o
de entidades tales como la “compañía internacional respetable pero siniestra, con vínculos políticos” de la cual Thomas, Sofia, y Edward se han ido. Es más, Hartley pone énfasis en este tipo de diálogo suspensivo, resaltando su función genérica y su absurdidad. Existe en la película una fascinación similar con el argot de negocios y la tecnología consumista moderna. Cuando Sofia le pregunta a Edward sobre unos discos flexibles incriminadores (los cuales, como luego ella y Thomas observan, no son flexibles ni discos) y le dice que ella será una “líder de opinión”, las brillantes lecturas de Elina Lowensohn captan el amateurismo de alguien que usa estas frases por primera vez, descubriéndolas como si fueran objetos. La auto-conciencia intencional encubre la manera en que re-apropiamos y re-inventamos el lenguaje, cambiando sus significados originales.
Amateur, entonces, no es solo un film que representa lo que muestra. La exploración intelectual aquí se extiende a los análisis de—o, al menos, una preocupación con—la cosificación sexual de la mujer y la violencia en las películas. Porque Thomas, de-socializado por amnesia, e Isabelle, habiendo renacido a una existencia secular, son inocentes en el extranjero, conejillos de indias con los cuales confrontar ciertas influencias alienadoras como la pornografía y la “ropa atractiva”. (Una de las frases enunciadas por Isabelle, “No sé nada de sexo, perversión, o crímenes violentos”, fue extraída de la película, a lo mejor por haber indicado de manera muy directa la investigación filosófica detrás de la primicia.) Hartley, sin embargo, no hace proselitismo: si bien Simple Men concluyó calmamente que la misoginia es contraproducente, Amateur trata más de examinar que de pontificar sobre la dinámica sexual entre hombres y mujeres. De manera similar, al presentar la violencia—una violencia bufonesca tan coreografiada como las secuencias con danzas en Simple Men y la película de Hartley hecha para la televisión, Surviving Desire (Sobreviviendo al deseo, 1991)—Hartley entrama a la tortura y los tiroteos como a algo con que él está experimentando, no algo con el que se regocija para su placer o el nuestro. En todos estos aspectos, Amateur es su película más política, y la menos reconfortante que ha
hecho hasta ahora. Por lo visto, la economía visual y verbal de estas películas—además de la impresión que dan de haber sido realizadas de la única manera posible—se refleja en la minuciosidad del realizador y en su tendencia a omitir lo que no es necesario. No se encuentran deshechos aquí: los aires de Hartley son tan esbeltos como su estética (incluso su nombre es netamente aliterado).
Es así que sus películas se convierten en el hombre: en este caso, un singular, determinado auteur de manerismos modernos que procura darle forma a los conflictos emocionales al sintetizarlo rigurosamente en imágenes de una pureza ferviente. Pero, con cuidado: Amateur, como las otras películas de Hartley, tiene un gran corazón. Entre otros personajes periféricos que se encuentran con el cuarteto central está el oficial Patsy Melville, una mujer policía tan escandalizada por la crueldad arbitraria del mundo, que le demuestra una atención adorable a cada víctima o criminal que llega al precinto donde ella está de guardia. Es un ejemplo de caracterización y actuación, por la actriz Pamela Stewart, que “desbarata” nuestro concepto de suspenso y policiales, además de la noción del drama en pantalla, de la manera más maravillosa al estilo Hartley.
Graham Fuller
Junio 1994